jueves, 10 de enero de 2013

Metas

Los años me dieron la respuesta: caminos. Tengo una teoría, y es que la vida es una sucesión de metas, a largo o a corto plazo, más factibles o más utópicas, individuales o multitudinarias, pero nos pasamos la existencia lanzando dardos al destino, nos pasamos nuestra estancia en el planeta marcando puntos que alcanzar. La vida es eso que pasa entre un objetivo y otro, o a veces estos objetivos se entrecruzan, se entremezclan con otros objetivos, y el resultado es una atmósfera inmaterial de deseos, de actitudes, de metas y de destinos que chocan entre sí en esto tan complejo que, como a todo lo que no entendemos y queremos controlar, le ponemos nombre. Y se llama mundo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

De caretas, caminos y rostros.

Escuchas el latido de un corazón dentro de ti, pero no sientes que sea tuyo. Te miras al espejo, ves tu reflejo, pero no lo sientes como tuyo. Sales a la calle, te persigue una sombra, pero no le reconoces la forma de tu cuerpo.

Cuando jugamos a ser quien no somos, cuando intentamos proyectar una imagen que no es la nuestra, corremos el riesgo de perdernos. Olvidamos, quizá porque no lo sabemos, quizá porque es más fácil no pensarlo, lo difícil que es luego encontrar el camino de regreso a casa.

Nos empeñamos en agradar, en seguir siendo el ser de las mil caras, en seguir manteniendo esa estantería repleta de caretas. Sales de tu casa, vas a ver a alguien y te preguntas: "¿qué careta me combina mejor hoy con la situación"? Y llega ese punto en el que de tanto poner caretas desgastamos y ajamos nuestro rostro.

Ojalá algún día sepamos ver que nunca nadie que no fue él mismo llegó a ninguna parte. Ojalá algún día nos demos cuenta de que si de verdad fuéramos auténticos, si cada uno de nosotros actuara tal como es, la vida nos iría mejor.

¿Y qué haces cuando te pierdes? Quizá lo más peligroso que puedes hacer es asumir que te has perdido, pues cuando ponemos título a lo que nos ocurre nos afincamos y nos ponemos un obstáculo al que nos encanta aferrarnos: "no, es que yo no puedo hacer esto porque soy inseguro", "no, es que yo no puedo hacer esto otro porque soy tímido".Alguien dijo que autodefinirse es autolimitarse.

Cuando nos perdemos intentamos encontrarnos en los sitio donde nos hallamos más a gusto: hay quien se abraza al cine, otros a la música, otros venimos aquí y escribimos. Cada uno escarba donde puede para hallar su parcela de individualidad.

Vendré a este post cuando de tanto mezclarme, de tanto coger caretas, olvide mi rostro. Quien me quiera que lo haga por lo que soy, con mis errores, con mis contradicciones, con mis meteduras de pata y con todos los fallos que me hacen ser quien soy, y no por la careta que mejor me vaya ese día. 

Seguimos caminando. Seguimos cayéndonos y levantándonos. Quien resiste siempre vence. A quien abre la ventana le llega, tarde o temprano, la luz de la mañana. 

domingo, 28 de octubre de 2012

MODO ALEATORIO


Aquí estoy yo, frente a las teclas del ordenador, mientras la embriagadora fragancia del café recién hecho asciende lentamente hasta mis fosas nasales de camino a mi cerebro. La danza que interpreta el humo en su ascenso es trémula, los tirabuzones que forma a la vez que sube me recuerdan a esas escaleras de caracol que parecen no tener fin, como tampoco tiene fin el hilo humeante que ya ha comenzado a impregnar todo el salón.

Estoy bajo los efectos del modo aleatorio de mi reproductor, de ese modo aleatorio que a veces parece estar confabulado con el peor de los demonios, de ese modo aleatorio que parece tener como único criterio de reproducción el tocarte las narices. Y a mí me las está tocando hoy con todas sus ganas. Cualquiera con un mínimo de sentido común podría decirme que por qué no lo apago, pero a veces el masoquismo se regodea  cuando roza el placer, quedándose entre la lágrima y la risa. Si no, ¿cómo se explica que sonriamos ante algunos recuerdos, si nos entristece que precisamente sean recuerdos y no realidades tangibles?

Necesitaba venir aquí. Necesitaba encajar la puerta de mi mente y expulsar aquí lo que sobraba al grito de “agua va”. Al fin y al cabo no es más que mierda. Mierda que ocupa más espacio del que me gustaría que ocupara. Como a todo lo que es nuestro, a veces le cogemos cariño a nuestra mierda, porque es nuestra, porque es el resultado de lo que hemos vivido, de nuestros sueños cumplidos, de nuestros sueños frustrados, de todo aquello que somos y que pensamos. Y cómo nos cuesta deshacernos de esa mierda.

Los hay que para expulsarla la arrojan sobre los demás, y a esos los llamamos amargados que pagan su amargura con los demás. Los hay que se vuelcan en crear música con ella, y a esos los llamamos artistas, espíritus libres. Los hay que se tiran al alcohol y/o las drogas psicoactivas, y a esos los llamamos fracasados inconscientes. Y luego están los que saturan Twitter con indirectas, con frases opacas y oscuras que nadie entiende, que salen de lo más profundo de su ser y que parecen tener un claro receptor. Al fin y al cabo, todos son iguales, todos buscan expulsar su mierda para vivir.

Mi manera de expulsar la mierda es escribir, es vender esta basura al por mayor. Transcribir lo que corretea por mis entresijos cerebrales, sin pensar. Escupir palabras a veces sin concierto, a veces con toda la premeditación posible. Hace mucho tiempo que no planeo lo que voy a soltar, ya no lo necesito. Es mucho mejor, la expulsión residual tiene mucho más éxito cuando te limitas a escupir sin más objetivo que limpiarte.

Tal vez no te esperabas esta mierda. Quien venga aquí para intentar sacar lo que no puede ver se ha equivocado de lugar, o mejor dicho, se ha equivocado de momento. Una vez leí que nada es eterno, que el café siempre se  enfría, que el humo se disipa, que el tiempo pasa y la gente cambia,y en mi caso todo está ocurriendo a la vez. Hace mucho tiempo que no necesito decir aquí todo lo que no era capaz de decir por mí misma. Esto ya no es un recurso comunicativo, al final te das cuenta de que todos estamos configurados con diferentes sistemas operativos. No hablamos el mismo lenguaje, no nos comprendemos, no estamos tan lejos de la Torre de Babel. Dejé de intentar hablar porque me di cuenta de no conocía vuestro idioma.

Todo el mundo cambia. Los pensamientos mueren y se reencarnan  en mil y una formas distintas, hasta que pagan sus condenas, hasta que evolucionan por pura y mundana supervivencia. No se puede vivir sólo soltando mierda, porque al final, llenas tu vida de bolsas de basura y no queda espacio para lo bueno que tenga que venir. Vivir de metáforas no es vivir.  A veces es necesario respirar hechos tangibles, degustar experiencias, no solo de palabras vive el bloguero.

Hace mucho que se enfrió este café. Hace mucho que cambié.



jueves, 27 de septiembre de 2012

Tiempo



Será cuestión de tiempo. ¿Cuántas veces me había animado a mi misma con esas cuatro palabras? ¿Cuántas veces me había lavado las manos y le había pasado la patata al tiempo? El tiempo siempre está ahí. Cuando no sabemos qué decir, cuando no sabemos qué aconsejar, el recurrente “el tiempo todo lo cura” aterriza heroicamente para salvarnos el pellejo. ¿Pero qué es el tiempo? ¿Cómo aferrarse a algo tan intangible, siempre en movimiento, siempre desapareciendo? Tan frágil pero tan alentador al mismo tiempo.

martes, 29 de mayo de 2012

Que no te engañen

No te has levantado todavía de una caída cuando te caes otra vez. No has acabado de aprender una lección cuando viene la vida y te da otra. Y así avanzamos. A golpes. A puñetazos. Y ni siquiera así, muchas veces, aprendemos. Porque que no te engañen, aquí nadie sabe vivir.

Podrán darte consejos, decirte lo que ellos hicieron cuando lo que te pasa a ti les ocurrió a ellos. Podrán darte una palmada en la espalda, abrazarte si lloras, llorar contigo. Reír cuando rías. Podrán enseñarte canciones que hablen de lo que sufres, podrán darle al play para que veas alguna película que cuente lo que estás viviendo. Pero que no te engañen, aquí nadie sabe vivir.

Podrán decirte que son felices, que los problemas no les afectan, que han dado con el secreto de la felicidad. Podrán hablarte de la piedra filosofal, de la panacea, si quieres. Todos se mostrarán seguros, fuertes, como si no tuvieran ningún miedo a la vida, como si no temieran la aleatoriedad, la arbitrariedad, la incapacidad de controlar las cosas de la que adolecemos. Como héroes. Como patéticos héroes que se quitan la capa, y con ella, la heroicidad. La falsa convicción de saberse intocables.

Podrás creer que eres el único que no sabe vivir, podrás confiar a ciegas en lo que te digan, dejarte engañar por esa pseudoseguridad que te muestran. Podrás asentir cuando le echen la culpa al destino, cuando señalen con tono determinista a ese "libro" donde todo está escrito, y quien mueve los hilos de nuestra vida. Pero es mentira. Ojalá hubiera una explicación, tendríamos algo a lo que aferrarnos, pero la realidad es que estamos en una maldita isla.

No te fíes cuando veas a la gente sonreír sin más. No te fíes si los ves impolutos, sin manchas. Seguramente, por dentro, tienen las mismas inseguridades que tú. Porque todos las tenemos. Y quien no se haya sentido la mierda más nimia una sola vez, que tire la primera piedra, que ya se la devolverá la vida en algún momento. Esto funciona así.

Porque ser  invicto no es ser  invencible. Que no te engañen, que aquí nadie sabe vivir.

sábado, 26 de mayo de 2012

Cambio de aires


Dieciocho años sin saber nada de la vida. Engañada. Inmersa en un mundo que pensaba que controlaba. Asustada al imaginar cómo funcionaba esto en realidad. Dieciocho años pensando que las cosas pasaban como yo quería que pasasen, que la vida la diseñaba yo. Y una mierda. En una semana me tocó madurar, me tocó sacar la fuerza de donde no había nada. Y aprendí lo siguiente:
Que la felicidad está en mí misma, que solo depende de mí, que no es lo mismo la felicidad que la alegría, ni la risa que la sonrisa. Que la vida me la construyo yo sola, que los que me rodean pueden ser un apoyo, pueden ser el bastón en el que me agarre para caminar, pero de dar los pasos me encargo yo. Que nunca volveré a pensar que nadie es mi vida, que solo hay acompañantes, que van, vienen y vuelven, pero que solo yo decido quién quiero que se quede.
Que la vida no acaba con la última sonrisa, ni el mundo se acaba cuando se hace de noche. Siempre llegan más sonrisas, y siempre vuelve a hacerse de día. Que la vida es como ese juego que nunca acabamos de entender, pero que precisamente por no entenderlo del todo no podemos parar de jugar. Que mañana no somos la misma persona que hoy, que lo que ayer odiábamos y temíamos hoy puede ser el motivo por el que nos levantamos de la cama. Que no podemos planificar el futuro, porque la vida no le hace caso a nadie. Porque la vida va a hacer única y exclusivamente lo que se le antoje. Teniendo esto en cuenta, ¿de qué sirve sufrir porque algo no pasa, o porque deseamos con mucha fuerza que ocurra algo? Si ha de pasar, pasará. Si no, no valía la pena. No era necesario. Y no hay más que hablar.
Aprendí que siempre hay que levantarse, que cuando algo se va de tu vida no es por otro motivo que porque algo mejor va a entrar. Que todo tiene una parte positiva, y si no, ¿quieres algo más positivo que hacerte más fuerte? Que en esta vida los valientes son los que teniendo ganas de llorar salen a la calle con una sonrisa. Que las lágrimas hay que derramarlas por quien se lo merezca, que quien se fue de tu vida sin motivo, volverá sin que lo llames. Que una cosa es perdonar, y otra muy diferente dejar que te vuelvan a engañar.
Que solo voy a dedicar mi tiempo a crecer, a saber más y más, a vivir. Voy a ocuparme de vivir. De vivir como si el mundo se acabara al día siguiente. De aprovechar cada oportunidad que me dé la vida, porque cada ocasión es un regalo. Voy a permitirme reír a carcajadas solo porque sí, solo porque al final lo que queda son las risas.
Voy a vencer mi miedo al ridículo, voy a dejar de ponerme trabas. Voy a sacar lo que realmente soy, a dejar de buscar el aplauso, y más la satisfacción personal. A abrazar y a besar solo porque sí, cuando me apetezca, sin miedo, sin pensar por qué lo hago. Voy a querer sin cadenas, voy a amar este instante, simplemente porque es el que estoy viviendo, y porque nunca más va a volver.
Aprendí que nadie aprende sin preguntar, que nadie experimenta sin intentarlo. Que nunca es tarde para echarle coraje a la vida, que la felicidad es una actitud, y no una circunstancia. Que siempre hay una razón para vivir, siempre hay un motivo por el que sonreír. Que lo que cuenta es lo que mostramos, que de nada sirve lo que potencialmente somos.
Que puedo ser lo que me proponga, que puedo luchar aunque no vea el motivo. Que si quiero, puedo. Que si no puedo, no quiere decir que lo que quiero sea imposible. Aprendí a quitar esa palabra de mi vocabulario. Que si no le gusto a alguien, no tengo que cambiar por ello. Que si alguien no se va de mi vida, tengo derecho a echarlo. Que la vida es una batalla, pero no hay más narices que batallar. Que de nada sirve tanto pensar, tanto dar vueltas. Esto es más simple de lo que parece. Vivir. Ese es el único truco.
Aprendí a afirmar, en vez de suponer. Aprendí a decir que sí cuando de verdad quiero decirlo, y a decir que no sin remordimientos. Aprendí que de nada sirve huir de los problemas. Que mi mayor miedo es mi miedo al miedo. Que soy libre. Que no tengo más ataduras que aquellas que yo misma me pongo. Que un día te despiertas y dices que no más,  y es que es en esos momentos cuando te haces a ti mismo, cuando te modelas, cuando te das forma. Cuando construyes tu vida.
Que lo que a veces parece el fin del mundo, aparte de ser el motivo por el que cuando pase el tiempo te reirás, puede ser y es el principio de una nueva vida. De una vida mejor. Sé qué quiero ser, sé cómo quiero pasar el resto de mi vida. Ahora lo único que debe preocuparme es conseguirlo. Sin agobios, sin prisas. Todo tiene su momento. De nada sirve luchar contra la aleatoriedad del tiempo, es mejor adaptarse a él, ir a su ritmo. Seremos felices cuando dejemos de esperar.
Aprendí a no arrepentirme nunca de haber hecho nada que ahora no me guste. En ese momento creí que era lo mejor, y eso es motivo suficiente para no desear no haberlo hecho. Somos lo que somos. No hay nada más bonito que alguien que se muestra como es, sin falsedad, sin caretas. Voy a tirar a la basura todo lo que difumina lo que soy. Quiero que me quieran a mí, y no a algo que inventé.
Voy a hacer todo lo que se me antoje. Y me da igual que haya quien diga que es una locura. Estupendo. Pero a lo mejor la locura es quedarse quieto esperando que venga la vida y te dé el guión y una claqueta. A lo mejor lo descabellado es no salir ahí fuera y gritar y respirar y sentir, y notar cómo la vida te hace cosquillas, mientras sonríes por lo que fuiste y te estremeces por lo que serás.
Disfrutar del camino, sin obsesionarme con la meta. Ese es mi propósito, ese es mi deseo.